Premios y Crítica

CRÍTICA por Joaquín R. Fernández Como la mayoría de los realizadores, Antoine Fuqua comenzó su carrera cinematográfica con propuestas de segunda categoría que, desde luego, no destacaban por su calidad, caso de "Asesinos de reemplazo" o "Bait". Sin embargo, en ambas cintas uno ya podía intuir la pericia de este cineasta con la cámara, algo que luego se confirmó con "Training day (Día de entrenamiento)", la que hasta el momento es su película más exitosa, tanto artística como comercialmente, al menos en los Estados Unidos (no obstante, considero que "Lágrimas del sol" merecería un mayor reconocimiento del que obtuvo en su momento). Su colaboración con el poderoso productor Jerry Bruckheimer en "El rey Arturo (King Arthur)" se saldó con un relativo fracaso y una indudable decepción personal, de ahí que, a pesar de su valía, el nombre de Fuqua no haya estado asociado a las producciones más importantes que habitualmente preparan en Hollywood (mientras, directores sin la inventiva visual del responsable de "Shooter: El tirador", como Shawn Levy o Jon Favreau, sacan adelante títulos de costosos presupuestos en los que prácticamente los encargados de los efectos digitales les hacen todo el trabajo). El filme que nos ocupa se inicia con un prólogo en el que observamos a dos francotiradores que llevan a cabo una misión en Etiopía, falleciendo uno de ellos. Bob Lee Swagger es el que sobrevive y, afectado por lo ocurrido, decide irse a vivir a las montañas, alejándose de este modo de la sociedad. Sin embargo, un militar se pone en contacto con él para pedirle que le ayude a abortar un plan con el que se persigue asesinar al mismísimo presidente de los Estados Unidos. Aunque el magnicidio no se consuma, pues el disparo no alcanza al dignatario, Swagger enseguida se percata de que ha caído en una trampa y de que ahora no sólo es buscado por las fuerzas del orden, sino también por los artífices de semejante conspiración. "Shooter: El tirador" es un largometraje que tan sólo pretende hacernos pasar el rato, utilizándose para ello una pizca, solamente una pizca más de inteligencia que en otras producciones de similares características (lo que, ciertamente, tampoco es decir mucho). A pesar de ello, la trama no deja de resultar algo simplista, con diálogos manidos en cuanto a su contenido, convirtiéndose el complot en el que se ve envuelto Swagger en una idea que carece de profundidad. El final no es convincente y hubiera sido mejor que la cinta terminara un poco antes, dejándole así un regusto amargo al espectador (de hecho, sus últimos minutos parecen insertados a última hora y con calzador para contentar a un público sediento de venganza). Desde un punto de vista técnico, la realización es modélica, mostrándosenos la acción en tiempo real y, salvo excepciones, sin recurrir a efectistas pero cansinas triquiñuelas que con asiduidad se suelen utilizar en los rodajes (las cámaras de movimientos temblorosos) o insertar en la sala de montaje (el abuso de la cámara lenta, por ejemplo). Fuqua tiene muy claro cómo quiere que sea el ritmo de la narración y qué tipo de imágenes mostrará al espectador, combinando con eficacia la intriga y las secuencias espectaculares. La música de Mark Mancina carece de la fuerza melódica habitual de este compositor, si bien encaja a la perfección con lo que vemos en la pantalla y cumple adecuadamente su función de ambientar el relato. Aunque la labor de Mark Wahlberg y Michael Peña es correcta, quienes en verdad destacan dentro del reparto son los intérpretes secundarios, caso de un estupendo Danny Glover, un Ned Beatty al que no se le ve mucho en los cines y un Rade Sherbedgia que no cesa de trabajar en los últimos años, siendo especialmente importante su participación en la sexta temporada de la serie de televisión "24". Por desgracia, los personajes femeninos están un tanto desdibujados y no poseen la suficiente entidad como para tomarlos en consideración. Calificación película: 2,5 de 5 Calificación banda sonora original: 2,5 de 5 RÍTICA por Pablo del Moral Durante los primeros minutos de "Shooter: El tirador" parece evidente que estamos viendo una especie de "Rambo" moderno, adaptado para el nuevo milenio. En otras palabras, una pieza de propaganda jingoísta que pretende inflamar el patriotismo norteamericano y elevar la percepción del ejército y del intervencionismo militar. Sin embargo, al final de la película queda claro que su intención fue totalmente lo opuesto. Y, más aún, durante esa curiosa metamorfosis logra entregar amplias dosis de tenso entretenimiento. La historia comienza en Etiopía, donde encontramos al diestro francotirador del ejército norteamericano Bob Lee Swagger (Mark Wahlberg) y a su auxiliar eliminando desde lejos a los guerrilleros que amenazan un convoy norteamericano. Pero cuando la operación se vuelve más peligrosa de lo previsto, Swagger y su compañero piden ayuda a sus superiores. Y, claro, como su presencia en Etiopía es estrictamente ilegal, los jefes militares deciden abandonar a ambos soldados para no complicar políticamente la situación. Años después encontramos a Swagger de regreso en los Estados Unidos, viviendo como ermitaño con su perro como única compañía, desilusionado de la vida y tratando de olvidar los horrores de su etapa militar. Entonces llega el astuto coronel Johnson (Danny Glover) a pedirle ayuda con un último trabajo: el FBI ha descubierto un complot para asesinar al presidente de los Estados Unidos, y saben que lo realizará un francotirador experto. Y como Swagger demostró gran talento en esa actividad, podría ser un perfecto asesor para encontrar a los conspiradores y evitar el atentado. Swagger acepta, pero rápidamente se da cuenta de que las cosas no son tan simples como parecen... No deseo sugerir que "Shooter: El tirador" sea un gran film, pero dentro del menospreciado género de acción resulta ser ligeramente más inteligente que el promedio, con un mensaje quizás poco original, pero rara vez encontrado en ese contexto. No en balde está basada en una novela de Stephen Hunter, ganador del Pulitzer especializado en temas violentos y análisis militar. Y crítica cinematográfica, curiosamente. A pesar de ello, "Shooter: El tirador" no teme caer en situaciones absurdas cuando le conviene a la trama... la ocasional inteligencia del guión se ve compensada por frecuentes muestras de estupidez que restan credibilidad a la cinta, aunque cada espectador deberá determinar si el balance funciona o no. En mi caso, no tuve inconveniente en dejarme llevar por la excelente dirección de Antoine Fuqua y su ya probado talento para orquestar escenas tensas y claras que al menos tratan de permanecer en el terreno de lo creíble. Así, por cada torpeza del guión (como la facilidad con la que el protagonista cae en la trampa inicial) tenemos un ingenioso momento que lo compensa (como la investigación del agente del FBI que no traga el dictamen oficial). En mi humilde opinión, hay muchas películas de similar tono y estructura que constantemente bombardean el mercado de vídeo casero (muchas de ellas estelarizadas por Steven Seagal, Jean-Claude Van Damme y Wesley Snipes), pero hace falta genuino talento para trascender su decrépita fórmula y crear algo interesante con el viejo cliché de "militar retirado en busca de venganza". Tras dejar atrás su carrera como cantante pop, Mark Wahlberg probó su valía como actor humanizando papeles estereotípicos (como en "Boogie nights", "Tres reyes", "La otra cara del crimen"), y si bien su carrera parece seguir la línea de acción, su talento histriónico ofrece al espectador mucho más que los viejos músculos y arrogancia de los Schwarzeneggers y Stallones de antaño. El trío de Danny Glover, Elias Koteas y el genial Ned Beatty se conjugan para crear excelentes villanos en "Shooter: El tirador", y el casi desconocido Michael Peña realiza una creíble y decorosa labor como el agente del FBI que no acepta la versión oficial del magnicidio. Y aunque Kate Mara y Rhona Mitra tienen buen desempeño en papeles algo típicos, el guión no las aprovecha como debería, y apenas son algo más que atractivos adornos del largometraje. Finalmente, hay que mencionar la breve pero jugosa aparición del legendario baterista Levon Helm (del grupo The Band) como un experto en armas que da consejo al protagonista. Su mera presencia aporta mayor gravedad y peso dramático a la película, lo merezca o no. Es interesante ver cómo la postura política de estos thrillers de acción ha cambiado con los años, desde el febril patriotismo de "Rambo: Acorralado, parte II" hasta el cínico pseudo-anarquismo de "Shooter: El tirador". Supongo que la mecánica que mueve estas historias es suficientemente flexible para permitir cualquier ideología como respaldo y motivación, siempre y cuando esté bajo el control de un eficiente director que sepa guiarlas para ser lo más interesantes y entretenidas posible. Esta última lo logra y se perfila como el modelo a seguir para el cine de acción del futuro. Veremos si funciona la receta, o si se vuelve tan rancia como en décadas anteriores. Calificación: 4,5 de 5

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